
en las últimas semanas solo quiero ver películas cuyo/a protagonista tenga más de 55 años. paso de las crisis entre medias. esa gente tiene la verdadera sabiduría sobre lo que va a ocurrir. esa gente mira al pasado con una perspectiva que les permite tenerle un cariño incomparable. es algo que me consuela en cierto modo. de toda la vida he querido tener un "y esa fue mi época más feliz" al igual que he querido tener una película favorita. de ninguna de ambas sé aún la respuesta. pero me dicen mis protas viejos que miraré al pasado y me será tan lejano que hasta me costará recordarlo con exactitud. que me inventaré ciertos detalles. que me parecerá más bonito de lo que fue. que me parecerá más feo de lo que realmente fue. que me será distante, borroso y desconocido. o que incluso en cierto momento ya no quedará amor en el recuerdo. ni amor, ni odio, ni dolor, ni deseo. y es algo que me desgarra y me pone verdaderamente triste. que tengan razón. y que (De Verdad) "todo pasa".
y los recuerdos de él que ahora son como petróleo impregnando cada pensamiento se quedarán pequeñitos pequeñitos. pero para eso queda mucho tiempo. dicen mis protas viejos que es un año y medio. un año y medio para volver a conocer, mirar, besar y volver a tener la sensación de querer compartir el recorrido de vida que te queda. un año y medio es mazo ¿sabes? ¿realmente tengo que esperar todo ese tiempo? me pregunto... pues eso parece. dicen que es el tiempo normal, así que eso parece. aunque me aseguran que el tiempo pasará, que eso no hay quien lo impida. también me aseguran que volveré a ser capaz de escuchar a los punsetes. digo los punsetes para aplicarlo a mi caso, pero mi prota viejoven, en este caso, hablaba de Little Joy. decía: <<que qué es la metáfora de escuchar a little joy? oh, no es ninguna metáfora, es realmente escuchar a little joy mientras estás tirado con ella en la cama, una cama sin bordes.>> sé a lo que se refiere porque he estado "ahí". he estado en una cama infinita. he estado recostada en su pecho leyendo de su libro y he sentido la plenitud. le he pedido que me cantase para dormir y para mi sorpresa lo ha hecho sin pedir explicaciones. me reído hasta llorar con alguna paupérrima interpretación suya de algún monstruo y luego al besarle ser feliz. ser feliz del todo. sin peros. sentir que todo ha merecido la pena. desde que me robaran el bocadillo en el colegio hasta la extinción de los mamuts. todo ha merecido la pena para esto. este momento de verdadera calma en mitad de un universo destruyéndose descontroladamente provocado únicamente por mirarle, por mirarle y verle mirándome en su mirada del mismo modo, por estar rozando su cara y distraerme observando cómo se mueven sus pestañas. y ahí, efectivamente, ahí viene. "ya está, ya he vivido" te dices. y no puedes evitar sonreír. la vida está vivida, el resto es propina. y das gracias al mundo por haberte concedido este momento porque sientes que toda su belleza ha sido reflejada en vosotros dos en esa cama infinita en esos instantes. y da igual el pasado y da igual el futuro porque os pertenecen ambos porque el tiempo deja de existir. y entonces solo quedaba acurrucarse de nuevo y seguir leyendo de su libro hasta que nos quedásemos dormidos. así que sí, he estado ahí. conozco la metáfora de "escuchar a little joy".
hoy por fin he comprendido una cosa muy importante. ya la había pronunciado yo misma pero sin sentirla y hoy la he comprendido. y es que él está en todo su derecho de querer ser feliz sin mí. a pesar de que eso implique ahora ahogarme en la misma cama que fue infinita infinitas veces. porque, en algún momento, y sinceramente espero que sea antes de año y medio, ya no me acordaré de qué libro leíamos.