Friday 14 February 2020


cuando leo me gusta subrayar lo que me gusta. quizás porque me recuerda a cuando estudiaba y subrayaba lo importante para retener mejor la información, solo que ahora quiero retenerla por placer. o quizás porque me gusta sostener el lápiz en la mano porque me mantiene concentrada. o quizás porque me gusta que se note que un libro ha sido leído. una vez presté un libro ensayístico a mi hermano y exageraba diciendo que casi había conversaciones conmigo misma en los márgenes de las páginas comentando la jugada. esto no es verdad, pero sí que anoto cosas.
cuando me prestan libros no lo hago. sé que cada uno quiere tener sus libros de un modo concreto, así que respeto la decisión del dueño. diego me ha prestado más libros que nadie. yo nunca se lo pedí, él lo quiso así. empezó una noche en su casa. yo me iba a ir a la mía y mientras me ponía el jerséy estaba mirando su estantería. sin más se levantó y me dijo "¿has leído Historias del Kronen?" y yo le dije "no, pero ya me lo han preguntado dos veces este mismo mes." y entonces miró a su biblioteca, lo cogió y dijo "toma". no protesté y tuve la suerte que el libro me cabía en el bolsillo de la chaqueta. era cuando aún las despedidas se nos daban fatal. nos volvíamos torpísimos y me acompañaba a la puerta como si tuviera que irme precipitadamente. a veces aún las siento así. pero luego me mira bajar las escaleras sonriente si es de día. y cuando era verano y yo llevaba minifalda a veces le enseñaba un poco las braguitas desde el piso de abajo.
me leí su libro en dos días. en su momento me pareció ver un poco de su personalidad en el protagonista, pero nunca se lo dije porque realmente todavía no nos conocíamos demasiado. así que le devolví el libro y me dijo "genial. te daré otro", y volvió a mirar a su biblioteca y le miré mientras pensaba. me hacía ilusión que estuviera tratando de averiguar qué tipo de literatura podría gustarme más o menos basándose en lo que conocía de mí. así que me dio otro libro. y cada vez que lo terminaba me daba otro. y siempre me gustaban. sólo hubo uno que no me gustó y que estaba deseando acabar.
cuidé todos sus libros con mucho cariño. no los metía en el bolso al transportarlos, los llevaba siempre en la mano para que no se estropearan. y algunos estaban tan impolutos que me daba apuro abrir del todo, no sé cómo los pudo leer él. otros tenían alguna frase suelta subrayada con lapicero, eso era todo. ni siquiera llevaban su nombre o la fecha en la primera página.
cuando me separé me estaba leyendo un libro que compré que me encantó y me duró mucho y me apoyé mucho en ello. el protagonista también pasaba por una ruptura y me gustaba cómo explicaba las cosas, cómo explicaba cómo se sentía. un día iba al local de ensayo en bici y pillé un bache y se me cayó a la carretera. era la rotonda de atocha, le pasaron cuatro o cinco coches por encima hasta que conseguí rescatarlo. quedó como aplastado por una página en concreto y lleno de polvo de neumático y huellas de neumático. en realidad me pareció que quedaba molón. cuando lo terminé se lo presté a ana y me lo perdió sin querer. me puse verdaderamente triste cuando me enteré, pero realmente no había nada que hacer. ana también se sentía mal porque sabía que era un libro especial para mí. no sé si volvérmelo a comprar.