estoy en un avión camino a budapest. ana está sentada a mi lado. tiene puesto un pañuelo en la cabeza como un fantasma para dormir mejor. estamos en la primera fila del avión, eso no pasa a menudo. tengo una herida en la boca que mi lengua quiere ir todo el rato a comprobar que sigue ahí. me he tomado un café y medio porque no quería dormir sentada. cuando duermo sentada se me arruga la columna, me hago más bajita. además mi puesto es el 1D, no el 1A. si fuera el 1A a lo mejor no me habría tomado café y medio y sí que querría dormir arrugada. pero eso no es lo que ha pasado.
llevamos mucho rato dentro del avión pero en la tierra. estar en el aire es tan parecido que casi se me había olvidado. no tardaremos en despegar. es mi momento favorito, sabes? el despegue. me gusta la velocidad y el ruido y que te aplastas contra el asiento.
maru se fue de casa hace un mes. yo he tenido tanto viaje que a veces se me olvida. si ahora entras por la puerta de mi casa pensarías que nos han robado. mi madre me ha ayudado mucho a tirar cosas y a mover cosas y a limpiar cosas. mi casa se llena de polvo sin parar. hay días de verano que barro el salón y al poco me llaman por teléfono y vuelvo a barrer por el aburrimiento de la llamada y ya sale línea de polvo de nuevo. he pensado que a lo mejor no sé barrer. mi madre dice que es por tener las ventanas abiertas todo el día, que es como vivir en la calle. me da risa pensar en la gente que tiene una ropa para fuera de la casa y otra ropa para dentro de su casa. yo no sabría dónde hay menos polvo.
he tirado tantas cosas que veo el rodapié por primera vez. antes ninguna ninguna pared no tenía un mueble por delante. al principio me asustó pero ahora le he cogido gusto al vacío. así puedo decidir de qué llenarlo cuando lo tenga claro. los huecos son buenos, no hay prisa para llenarlos, pueden ser huecos y ya está.
moví el escritorio al cuarto de maru y también la silla y la cajonera verde. le quité las patas a su somier y lo levanté y lo pegué contra la pared y ahora parece una estantería rara. hay tan pocas cosas que hay eco.
anoche no hice más que la mochila y la maleta de la guitarra. cociné pasta y estuve leyendo. me lavé los dientes con el cepillo secundario para no deshacer la mochila. el cepillo y la pasta secundarios son, los dos, elementos que odio pero que poseo y no voy a tirar, de modo que nunca podrán ascender a cepillo y pasta habitual pero nunca me quedaré sin poder lavarme los dientes.
estoy en el asiento 1D de un avión madrid budapest y delante de mí los azafatos tienen una cortina rosa para cerrarse si quieren. como ana con su pañulo en la cabeza pero profesionalizado. es importante la intimidad. no sé por qué lo es, solo sé que lo es y mucho. la falta de ella te quita el aire y te vuelve quejica y negativo. quién sería el primer humano con espacio privado y cómo convencer al resto de que les va a sentar fenomenal. antes debía dar mucho miedo estar solo. antes estar solo debía ser muy parecido a estar muerto.