Thursday 13 August 2020

el del cine


tres semanas antes de enamorarnos me llevó al cine. llegué a recogerle antes de la hora citada y llegué muy muy enfadada por una cosa de hinds que ahora no importa y me bebí una lata de cerveza casi de un trago. aún era verano y estaba anocheciendo. él me tranquilizó y escuchó cómo yo resoplaba y me quejaba y agitaba mucho los brazos. creo que en cierto momento empezó a sentir pena por mí y le dije que por favor nunca sintiera pena por mí y se lo hice prometer. compramos palomitas grandes y un tanque de fanta. en seguida descubrí que a él no le gustaban las palomitas pero no me importó porque yo tampoco bebo fanta.
 estaba emocionada. cuando uno está soltero deja de ir al cine por un tiempo, o al menos eso me ocurrió a mí. mis amigas apenas van al cine y mis amigos solían ir al cine con mi exnovio cuando yo no estaba. así que estaba realmente excitada por volver a aquellas fresquitas habitaciones negras y enormes para estar a oscuras y en silencio en compañía de alguien mirando a una pantalla también enorme y donde todo suena muy alto y nítido. estábamos prácticamente a solas, se distinguía lo que parecía un padre y un hijo unas siete filas por delante y nadie ni nada más.
 fue en mitad de esa nada que descubrí que diego olía a niño. no era su perfume ni su champú ni la ropa limpia, era su propia piel. se suele decir que los bebés huelen genial y tienen un aroma personal, y esto es cierto, y que poco a poco cuando creces vas perdiendo ese olor porque te haces adulto y tus células envejecen y desgraciadamente pierden esa información al haberse replicado ya tantas veces. pues diego todavía olía a sí mismo, en plan humano seminuevo. puse mi nariz en su hombro y en su cuello y se me llenó el cuerpo como de alegría y de verdaderas ganas de comerlo a pequeños mordiscos pero me aguanté. nunca antes había tenido tantas ganas de meterme un chico entero en la boca, como si fuera un caramelo gigante. "de qué te ríes" me susurró con curiosidad y le mandé callar siseando porque iba a ser muy largo de explicar en mitad del cine y creo que podría haberle asustado.
 casi tres horas después salimos del cine y estaba diluviando. como no suele llover en verano y en realidad tampoco suele llover mucho en madrid, uno siempre se acuerda de estas cosas. le dejé bajo el techo de la entrada del cine y fui corriendo a cerrar las ventanas de mi casa porque me había dejado puesto el ordenador a modo de televisión e iba a mojarse seguro. mientras corría pensé en lo divertido que era correr bajo la lluvia y en que me lo había pasado genial en el cine y que tenía la boca llena de sal y de besos y que ojalá diego nunca perdiera su olor a humano seminuevo, y ya no me acordaba de que antes había estado muy enfadada y que al día siguiente tendría que hacer un montón de llamadas fingiendo que seguía enfadada para que dejasen de tomarnos el pelo a las hinds. en el ascensor me miré al espejo y me vi guapísima y pensé que sería por la euforia y la lluvia y el verano pero aún así me sentí muy feliz y deseé con todas mis ganas que él también estuviera esperándome eufórico y mojado y feliz.