Wednesday 3 October 2012

yo cuando era adolescente era romántica.
pasé una temporada -más bien larga para mi perspectiva de aquel momento, y más bien corta vista desde hoy- en la que sufrí un desengaño total con la realidad. en mi joven cabecita tenía un huracán de ideas de lo más pesimistas que convertían mi vida en un absurdo sinsentido. recuerdo que era por aquél entonces cuando los chicos y las chicas de mi edad comenzaban a ir de botellón todos los fines de semana a un descampado detrás de la universidad de medicina. era algo que yo no llegaba a comprender, por más que intentaba encontrarle el placer, mi cabeza estaba a otros temas completamente ajenos; por supuesto, ellos tampoco me entendían a mí. me sentía completamente fuera de cualquier grupo, y probablemente de forma voluntaria aunque inconsciente. creo que en realidad siempre he estado muy fuera de cualquier grupo. creo que el pensamiento de "uy aquí no encajo" seguramente me acompañe el resto de mis días.
cierto sábado mi vida cambió y mi crisis existencial dejó de ser patológica a ser simplemente una parte interna de mí. algo que llevas dentro y que de vez en cuando asoma y te recuerda aquellos valores que aprendiste entonces, que puede que te hunda, y puede que te haga todo un poquito más difícil. aprender a vivir con uno mismo es de las cosas que más tiempo llevan hacer bien. tampoco estoy segura de cuánto compensa indagar y conocerte a fondo, hacerte diez mil preguntas sin respuesta, buscar un equilibrio entre egoísmo y altruismo.. frente a, sencillamente, no hacerlo.
pero yo hoy me he acordado de aquella adolescente romántica, desasosegada y desengañada y me he dado cuenta de que ha influído en mí mucho más de lo que pensaba. me he dado cuenta de que gracias a esa adolescente, me esforcé por aprender a ser optimista, me esforcé por buscar el modo de ser y hacer feliz, por encontrar un equilibrio entre sociabilidad e independencia.
pero sobre todo, me he dado cuenta de que la sigo teniendo dentro, y que de vez en cuando me da toques de aviso. lo cual, fíjate tú, no me parece nada mal.