Wednesday 25 April 2012

probablemente sea el estrés puntual, o el polvo, o la (puta) música china que me está poniendo la cabeza como un bombo, o quizá los trillones de calcetines desparejados que me desafían desde la cocina. Podría ser también el horóscopo, alguna alineación estúpida de los planetas, el litro de zumo de naranja que burbujea en mi estómago hueco, o el hecho de que esté 40 horas semanales embarazada.  Me he quedado tonta, me tiemblan los dedos y me vibran las pupilas. La cama me atrae como un puñetero imán, tu número de teléfono me atrae como un puñetero imán. Las luces se apagan solas por culpa del calor, como símbolo de tu presencia. Las escaleras se tiñen de rojo y los besos son misteriosamente como los primeros besos. Con, como dicen, con sabor a miel. Y dormimos con miel en los labios; y en el cuello, los dedos y los pezones. Y nos mecemos en la idea de que desde siempre hicimos el amor, y nos pasaríamos la noche entera cuchicheando, riendo y apartándonos el pelo de la cara. Porque nada importa cómo haya sido el día; la noche y la isla de la Cama es nuestra, con nuestras leyes absurdas y juegos de críos...


dios cuánto te echo de menos esta noche.