Vuelve a cerrar tus ojos, ciérralos de verdad y siente el íntasis. Comienza a conocer cada recoveco de tus entrañas. Cree en ti como religión. Siente tus dientes con la lengua, muérdetela. Acaricia tu mano con la otra mano, comunícate contigo. Palpa tu pecho, tu corazón, introduce tus dedos entre tus costillas, localiza tu ombligo. Escucha tu respiración, respira despacio (si puedes), escucha tu boca al entreabrirse. Sopla. Bosteza y mantenlo, abre tu garganta. Empápate de tu exterior. Aprópiatelo. Como una esponja, absorbe, absorbe todo lo que cualquiera de tus sentidos capte y transfórmalo dentro. Interprétalo. Haz de tu piel la textura más sensible, desde el dedo gordo del pie hasta la zona de detrás de las orejas. ¿Oyes tu ritmo interno? No pierdas el compás.
Hay algo en nuestro arte que lo hace diferente a todos los demás: lo tenemos que hacer en grupo. Juntos. No hay nada más hermoso que una proeza colectiva, el verdadero talento siempre es generoso. El gran actor sabe que cuanto mejor sean sus colegas, mejor será su trabajo.
Así que, por supuesto, ahora toca abrir el corazón, puedes mantener los ojos cerrados si te place. Comienza poco a poco a percibir al resto de estrellas de la habitación, cómo su temperatura es diferente, cómo su energía es de otros colores, cómo emite ondas a una frencuencia distinta. Y estáte atento, porque habrá un momento, y siempre hay un momento en el que tu alma y la suya se fusionarán a una nueva. Una nueva energía, temperatura y frecuencia que es tan moldeable como si fuera agua, tierra, aire y fuego al mismo tiempo.
No os conocíamos, puede que ni nos sonaran vuestras caras, que no reconociéramos vuestras voces. Y ya nos hemos fusionado. Nos invitásteis a un mundo mágico creado por vosotros mismos. Nos acariciasteis, abrazásteis. Nos hicisteis temblar y reír. Nos sacásteis la más sincera sonrisa interior. Nos besasteis... Me besasteis. Besos cargados de un cariño y una familiaridad indescriptible, como si la atmósfera de esa noche fuera de color rojo y la palabra miedo no fuera pronunciable. Susurrábais cosas preciosas, deliciosas. Nos dejasteis entrar a un sueño del que probablemente no despertemos en cuatro años, o quizás nunca.
Pero lo curioso es que no quiero salir de ese sueño, porque estoy más despierta que en toda mi vida.
Bienvenidos al mundo del teatro. Bienvenidos a la RESAD.
pics: film, nov01, girls and boys from my theatre school. |